miércoles, 15 de febrero de 2012

Arabia Saudí detiene al bloguero que en Twitter dudó de Mahoma

Arabia Saudita, cuna del islam y una nación que no reconoce los derechos humanos ha detenido a Hamza Kasghari por haber dudado de Mahoma como profeta, y haberlo publicado en Twitter.

Según el blog "la Revolución naturalista" la ejecución de Kasgahri sería un triunfo de la fe sobre el ateísmo.

El panorama se ve desolador después de que el rey Abdulá, que pidió su deportación desde Malasia, haya afirmado sentir que el ateísmo amenaza la fe:

"El sistema familiar se ha debilitado y el ateísmo se ha incrementado. Este es un comportamiento inaceptable para todas las religiones, para el Corán, para la Torá y para la Biblia. Rogamos a Dios que salva la humanidad. Hay una falta de ética, de lealtad y de sinceridad para todas las religiones y la humanidad."


La anterior declaración la hizo en 2007, cuando fue a visitar a Benedicto XVI al Vaticano.


Noticia El País

Por: Ángeles Espinosa

Hamza Kashgari, el periodista saudí acusado de apostasía, fue detenido nada más llegar al aeropuerto de Riad el domingo por la noche, según informaba este lunes el diario Arab News.

Kashgari, de 23 años, había huido de su país ante las amenazas de muerte que recibió tras expresar dudas sobre Mahoma en su Twitter. Durante una escala en Kuala Lumpur fue identificado por la policía de Malasia, cuyas autoridades le devolvieron a Arabia Saudí pese a que varias organizaciones internacionales de derechos humanos advirtieron de que se enfrenta a la pena de muerte.

“Es un asunto muy delicado debido al agravio que ha causado en los sectores más conservadores de la sociedad”, explica por teléfono desde Riad Mohammad al Qahtany, director de la Asociación Saudí por los Derechos Civiles y Políticos. En opinión de este activista, la rápida intervención del rey Abdalá ordenando la detención del Kashgari tuvo por objeto tanto calmar los ánimos como ganar legitimidad entre los reaccionarios. Pero con la extradición, “esos grupos se han crecido y están ampliando su campaña contra los elementos laicos de la sociedad y los intelectuales”.

Al Qahtany se refiere a los radicales que piden buscar al “verdadero culpable” de las ideas expresadas por el joven periodista. Su objetivo es un conocido novelista, Turki al Hamad, cuyas obras exploran la libertad religiosa y están prohibidas en Arabia Saudí, Bahréin y Kuwait. Además, en los medios sociales hay quienes proponen tomarse la justicia por su mano y han difundido un vídeo con la localización de la casa de Kashgari.

“El Gobierno saudí se encuentra en la cuerda floja. Por un lado quiere apaciguar a los conservadores, pero, por otro, la comunidad internacional le presiona para que perdone al joven o al menos le garantice un juicio justo”, señala. Ni él ni otros activistas creen que eso sea posible. “Por supuesto que no; los clérigos ya le han condenado de antemano y la orden de detención del rey indica que va a recibir un castigo”, asegura Walid Sulais, del Centro Adala por los Derechos Humanos.

Arabia Saudí no posee un código penal propiamente dicho y se remite al Corán como su Constitución. De acuerdo con el libro sagrado de los musulmanes, la apostasía es uno de los seis delitos contra Dios, que se castigan con la pena capital.

Los responsables de interpretar la ley islámica, o Sharía, son los mismos ulemas del Comité de Fetuas que el pasado miércoles declararon apóstata a Kashgari y pidieron que se le juzgara. “No creo que al final le ejecuten. Comparecerá ante el juez y luego le enviarán a prisión”, declara, sin embargo, Sulais. “La comunidad internacional no va a permitir a Arabia Saudí algo así; tendrá que arrepentirse y los ulemas conmutarán la pena capital”, añade. Pero incluso esa posibilidad resulta aterradora. Justo el mismo día en que se emitió la orden de captura contra Kashgari quedó en libertad otro acusado de apostasía, Hadi Said al Mutif. El que los activistas calificaban de “preso más antiguo del mundo por causas religiosas” pasó 18 años largos en una cárcel saudí por un chiste que hizo cuando tenía 16 años y que los ulemas consideraron ofensivo. El joven, perteneciente a la minoría chií ismaelí, fue inicialmente condenado a muerte.

 “La sociedad saudí está muy dividida ideológicamente: mientras los conservadores opinan que Kashgari debe pagar por lo que hizo y se merece el castigo, los liberales consideran que se le debe perdonar y que es aún joven”, resume Al Qahtany, quien admite que el debate sobre la injusticia del sistema ni siquiera se plantea. “Al final el problema es más amplio, es la ausencia de un sistema de gobierno responsable en el que el poder judicial sea independiente y abierto al control del público”, concluye.

1 comentario:

  1. Esto si que es un país de la edad media. Novelistas, periodistas e intelectuales son los que mueven íntimamente los pensamientos de los ciudadanos, son como una voz que, al leer sus esccritos, surge en tu cabeza. Teniendo en cuenta que son la punta de lanza del pensamiento crítico en esos países medievales ¿ningún país de occidente, de brillante armadura y acostumbrado al ejercicio internacional de la cátedra ética, se ha dignado a ofrecer asilo político cuando Kasghari estaba en malasia?

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